DE LA VERDADERA CAUSA DEL HOMBRESEXUALISMO

Vivimos una época trágica, preludio en veras del seguro segundo advenimiento de Jesús-El-Cristo-Es-Uno-Y-Trino-Y-Está-Que-Trina; que repartirá justicia ante las horrorosas costumbres que antaño eran cúspide del pecado y la anormalidad siendo hoy enferma moda perenne que lacera nuestra alma con unos zarpazos y bocados que crecen mes a mes, año tras año y vicio a vicio, inmarcesibles, sin vislumbrarse ni por asomo a donde va a parar esta demencial maratón, sin asombrarnos ya de las pérfidas variantes y novedades rocambolescas a las que se nos somete.

¡Hermanos en Cristo! ¿Por qué soportar con la paciencia de Job constantes escarnios públicos en los que los hombresexuales muestran su goce pasajero y admiten con orgullo mal entendido sus ansias sodomíticas? ¿Cómo podemos seguir aguantando la aparición de invertidos con sus novios, declarándoles su rahez amor sin ningún tipo de rubor en televisiones y calles, mostrándose y mostrándonos sus genitales erectos como muestra de alegría por su sarasismo, desfilando por avenidas y enarbolando banderas de muchos colores chillones (flagelo del astigmático) con una alegría exacerbada proporcional a su odio a la Santa Cruz?

Pues bien, padres de familia, en vuestras manos está la salvación de aquellos que pudiéndose ver influidos por estos pésimos actos caigan en una gorgónica red de mansedumbre rectal; ya poco se puede hacer con los confesos que han probado pene (las malas lenguas –rebozadas en semen- dicen que quien prueba repite), prácticamente carecen de alma y si la tienen es muy ridícula y fea, está tan depauperada y famélica que lo mejor es que se le rompa el vínculo corpóreo y se busque la vida en el infierno o en el purgatorio. Es por este motivo por el cual debemos preservar la santa salud anímica de nuestros vástagos y por ello os comunicamos EL MOTIVO POR EL CUAL LOS HOMBRES SE CONVIERTEN A LA HOMOSEXUALIDAD:

El origen nace, paradójicamente, en la mujer; la clamorosa hembra hija de Eva siempre jodiendo (¡que Dios me perdone!), pero en este caso involuntariamente impulsada por un instinto maternal y muchos años de educación laica que ha provocado el volver al paganismo.

Pues bien, estas pecadoras embriagadas y tolondras con el olor a sexo húmedo y chorreante, sin redargüir el vicio, se deslizan pizpiretas con su boca engullidora contra el frondoso y descollante miembro de su esposo que sin ningún temor a una posible dentellada se dejan esclavizar por la felación. Afanosas y esmerándose, lamiendo y relamiendo, chupando y mordiendo, dejando el glande limpio como una patena (¡cuantos maridos ex profeso acumularon centímetros cúbicos de esmegma para impedir ser felados!) provocan la eyaculación en sus viciosas bocas que o bien escupen la simiente o se la tragan excusándose en componentes proteínicos y alucinógenos.

Es en este momento, después de dejar a su esposo agotado y desfallecido en compañía de Satanás, en el que la zorra esposa es inspirada por el Espiritu Santo que le conmina a intentar enmendar su pecado mortal acudiendo al dormitorio donde reposan inocentes cual angelitos, los hijos de tan nefanda pareja de condenados, desconocedores en su bendita ignorancia que tienen como progenitores a unos marranos sinvergüenzas que provocaran su conversión en unos apestosos desviados.

Al lado de sus retoños, la esposa les otorga un maternal beso en sus cálidas mejillas sino en la propia boca; estos pequeñuelos conocedores aún en su sopor de que han sido acariñados por su madre inconscientemente llevarán sus minúsculas lenguas a su mejilla o labios donde su progenitora les ha dejado tal aberrante ósculo, DEGUSTANDO los restos seminales que aun contienen y asociando en su exanimación el sabor que posee el cariño de una madre con el desazón que posee el rezume de un pene humano. ¡Terrible combinación! El paladar del amor materno con el sabor de la méntula paterna.

De esta forma en su fuero interno, ese sabor asociado a la madre, permanece latente durante muchos años, hasta que, en su adolescencia el joven desatada su sexualidad por el Diablo comenzará a masturbarse y manchar sus calzones que no cambiará por miedo a ser descubierto en su ruindad; tal falta de higiene acaba por provocar una fetidez que vinculará en su memoria los besos maternos con ese olor que se desprende de su entrepierna. Ni que decir tiene que el gobierno socialista al seguir ciegamente las órdenes de Satanás, estableció la obligatoria ducha después de las clases de gimnasia creando unos auténticos palacios de pestilencia (acido fénico) que a más de un joven hizó reverberar en sus recuerdos lo acontecido en el pasado, identificando ese cariño con todas las vergas que se exhibian a su alrededor arrebatándolo del camino de los justos a la autopista maléfica de los malvados.

También advertiros que si es tan horroroso este hecho, es aún más –si cabe- aterrador la posible gradación del hombresexualismo a través de actividades más nefandas que lleva a cabo la cónyuge: pensad en el marido que sodomiza atrozmente a su mujer, primero paseando su verga por el contorno de la cloaca hasta que incipientemente humedecida se desliza alegre siguiendo el sendero de un benigno ano que sin acrimonia ni necesidad de impetrar su paso recepciona gozoso el pélvico embate y celebra el atrevido zahondar obsecuente con los deseos del pecador marido. No contenta la esposa con tal actuación persigue afanosamente el poder practicar la felación sin importar el sabor que impregna el miembro del marido, roblando y apostillando con tal faena una union de sabores en su boca que después vertera en las caritas de sus hijos (el binomio ano + pene = sarasa afeminado).

Algunos separatistas, budistas, laicos, comunistas y vegetarianos replican con que el hecho del lesbianismo no se explica aquí, ¡craso error ¡ y son ellos los principales culpables de que exista el safismo ¡ A la mujer, desinformada por programas televisivos, fotonovelas, revistas “femeninas” y el alcohol, se le ha incrustado la idea de que tiene que ser igual al varón a toda costa, y que debe exigir del hombre determinados comportamientos en pos de la obtención de varios orgasmos para poder reunirse con la piara de amigas que posee para relatarse las veces que se han corrido y con quien. Ese afán del gozo carnal, de tener los labios vaginales hinchados y caidos por el desgaste han provocado que multitud de depravadas soliciten de sus parejas que les laman el ano y el clítoris por este orden, al reves o alternativamente, lo importante es ver al hombre que esté por debajo de la hembra. Y por supuesto, después será el esposo el que se levante de madrugada a dar el beso a sus hijas, las cuales obtendrán en un futuro, similar asociación que tienen los niños.

¡Hermanos en Cristo! Estos comportamientos y malvadas costumbres han llevado a lo que es hoy nuestra sociedad, una caterva que desprecia a la Santa Madre Iglesia y que se ríe de la Virgen por haber estado inmaculada (rechazad a aquellos mal llamados “cristianos de base” auténticos herejes que afirman que Nuestra Señora si que gozó de su sexualidad al ser porculizada por San José. Maria! Siempre Virgen! Siempre Pura!- gritad esto ahora mismo, estéis donde estéis).

¡Padres de familia! Cuidad vuestra boca, lavadla con jabón o alcohol de 90 grados, prendedle fuego o evitad los besos a vuestra progenie, haced lo que sea necesario para parar el ascenso y propagación de la peste rosácea (rosa como las carnes macilentas del apestado leprosos).

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