Tuesday, March 14, 2006

CANTINFLAS AZOTE DE DIOS

CANTINFLAS AZOTE DE DIOS (México, 1957)
En esta película con la que colaboró Luís Buñuel, critica a Henry
James, la ópera bufa y la fortaleza perineal del clero. Supuso un
enfrentamiento con Jorge Negrete pero a las dos horas se fueron de
farra y putas olvidándose que el cantante charro era un fiero
practicante de la religión católica, aunque muy amigo del fantástico
vodevilero Perita en Dulce.

Después de tomar un jamón york con delicias de moho, Cantinflas
descubre la fragilidad del tracto intestinal cuando los nutrientes que
se ingieren son mortales. Maria –siempre virgen- se le aparece a
nuestro héroe envuelta en papel celofán y cacareando, después de
clocar deposita una caja de cartón con media docena de huevos y un
chorizo; saliendo del embutido una riada humana de personas
desesperadas reclamando unas monedas para lanzarlas a los viandantes a
los ojos y cegarlos (una variante turolense del juego de los chinos).
Cantinflas, atónito, no deja de zamparle el pene a un vagabundo y
zarandear a un contable, mientras el menesteroso se resiste a la
hilaridad que le provoca la falta de pericia felativa del mexicano. En
segundo plano, un grupo de suizos juega a la petanca y se obsequian
con ramos de flores y caricias cada vez que fallan; en un momento
dado, al vencer en el torneo uno de los helvéticos, todo el grupo
lanzando alaridos de decepción se bajan los pantalones y se orinan
encima. El contable zarandeado les ofrece unas rifas. Nadie ríe. Con
un primer plano y un flash back de la riada miccionadora se pasa a una
segunda escena.
Los humanos nasciturus salidos del chorizo, haciendo el pino compiten
en una carrera. Maria –siempre virgen- grita:”¡malditos roedores!” y
empieza a rayar la chapa de una hilera de coches de ocasión,
previamente incinerados por el vagabundo recién “afrancesado” por
Cantinflas, que llorando se dirige a una boca de riego, la cual le
espeta: “llora como mariquita lo que no pudiste limpiar con tu
escroto”. Mientras tanto, el rey de Portugal Down Jones, aplaude
gozoso metido dentro de una cuna y hablándole a un hueso roído.

Después de toda esta enfermedad, Cantinflas se debate entre la vida y
la muerte. Y opta por la muerte; ésta, una mulata impresionante e
imprevisible le indica que sólo lo quiere como juguete sexual y para
comerle los cuartos. “Mala Puta!!!”, le grita nuestro héroe y comienza
a recorrer un basurero con un mapa al revés de los Jardines del
Palacio de Versalles; allí se encuentra con James Coburn (interpretado
por el Fary) y una familia de pigmeos drogadictos. Pronto fundan una
coalición política populista y rehabilitan a los yonkis de su
adicción, con tan mala fortuna que se recuperan la mitad de estos e
inmediatamente son atropellados por un rebaño de espeluznantes cabras
decapitadas.
Los supervivientes no se desaniman, beben vino y cantan, creando a los
dos meses de constante borrachera un equipo de fútbol, dan gracias a
sus dioses (una bombona de butano como diosa de la fertilidad, un
cepillo de dientes y un graduado social) y son guiados por James
Coburn como entrenador y Cantinflas como utillero-presidiente. Las
derrotas se suceden y fundan una asociación viudas vírgenes para
recepcionar subvenciones, nadie acude a esta organización y los
pigmeos aburridos y hastiados de la molicie y el dolce far niente, se
dan a la masturbación y a la sodomía. A partir de ahí el local social
se llena de diputados, empresarios y obispos deseosos de saciarse con
las mieles de los pigmeos.
Cantinflas, llevando unas braguitas rosas, bebiendo champán y
rebosante de varón dandy, comienza a dar pasantías a dos niñas sin
incisivos, un mechero y una sandía, la cual al licenciarse “cum laude”
en Medecina Degenerativa saca a Cantinflas de la mala vida y le pone
un piso en multipropiedad en un arroyo.
El filme finaliza con una batería de chistes de Eugenio y los
protagonistas prenden fuego al decorado y a algunos extras.

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