LAS TABERNAS PARA INTELECTUALES

LAS TABERNAS PARA INTELECTUALES

De todos es sabido la cantidad de tugurios que últimamente se están sembrando como malas hierbas por todas las ciudades, establecimientos peores que lupanares y difundidos como la peste, que provocan el desasosiego y la ira de los creyentes.
Si amigos, nos topamos con pestilentes y grotescas cafeterías de perder el tiempo, donde con la excusa de pasar indolentemente el rato con la compañía de los amigotes; cientos de ociosos y chauvinistas malgastan los dineros de sus padres y la honra de su cuerpo (dedicado exclusivamente a enaltecer al Altísimo, el cual castiga cualquier desobediencia con calvicie y brucelosis) en no hacer absolutamente nada, componer poemas asonantes, leer libros de baja catadura intelectual, conspirar contra el gobierno y el Dios verdadero o simplemente planear la próxima orgía con la bardaja de turno.
Deberíais de contemplar aterrados, la cantidad de universitarios con unas melenas propias de salvajes, barbudos, con ropas disonantes en un cristiano, de aspecto lánguido y enfermizo, rodeados de desgraciados que yendo a la “moda” reproducen en sus faces y fisonomías tipos de tribus inferiores, enmendadas a golpe de cruz y machete por los soldados de Cristo. No solo se dan cita los estudiantes que pierden horas de clase y zarandajas en holgazanear, sino también adultos, con un inconsciente derecho de sufragio, que presumiblemente se autodenominan artistas o ejercen profesiones (pantomimas) donde la decencia y el decoro son consumidas en el fuego infernal creado por la amoralidad y la sinvergüencería.
Echad un vistazo si dudáis de mis palabras a esos palacios de la deshonra y del goce pecaminoso, cuadros de arte degenerado y de gusto espeluznante colgados como chorizos para disfrute de “entendidos”, barras repletas de moscas que corretean gozosas con una pléyade de insectos, sillas de diseño creadas para quebrar la columna vertebral y hacer que el torturado que en ellas se aposenta sea invadido por un sopor que le induce a la sodomía y al bestialismo con sus mascotas o sencillamente a fornicar con la ñordija que se siente a su lado, siempre dispuesta, como la mayoría de las mujerzuelas que esos lugares frecuentan a abrirse de piernas ante cualquiera, sobre todo si es un “moderno”, un marxista o mejor aún, un desconocido (la duda de que estén repletos de enfermedades venéreas o parásitos es algo que les enciende como fogones), un tufo continuo a drogas o a esencias orientales que atonta al cliente para que el hostelero le saque más fácilmente los cuartos y no se percate de la mala calidad de sus productos, servicios que son monumentos a las enfermedades infecto-contagiosas con una fetidez tan intensa que podría cortarse con cuchillo y tenedor, inodoros repletos de heces, vasos, vómitos y sanguinolentas compresas que algunas perdidas emplean como cebo para atraer y encandilar al borrachón de turno, azulejos chorreantes de semen y puertas repletas de pintadas contra la Patria y el buen concierto.
¡Debéis recelar de aquellas tascas y cafeterías que camufladas en nombres cosmopolitas y exóticos, son mortales trampas ponzoñosas para los incautos que sólo pretenden desayunarse y acaban conociendo la insidia de la felación y la lectura de publicaciones inadecuadas!

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