CANTINFLAS, MISIONERO EN NEPAL

CANTINFLAS, MISIONERO EN NEPAL (INCOMPLETO)
Cantinflas adopta el papel de Jonás, un famoso electricista-fontanero, que con sus chapuzas gana ingentes cantidades monetarias. Los ciudadanos por la calle lo observan y gritan a su paso: ¡Oh, es Jonás el famoso chapuzas! Arrojándose a sus pies y demandando polla. Su fama es universal y su futuro magnífico. Pero el poder no lo es todo para él, adquiere un caiman de nombre Frifrú, que le sirve para deambular por las calles al subirse al saurio convirtiéndos este reptil en su verdadero y único amigo. En una noche de orgía y drogas, el caimán, llorando le pide que haga lo que su alma realmente desea. Cantinflas lo observa atónito y se raja el torso con una lata de membrillo oxidada.
Después de pasar una resaca muy puta, se percata que él lo que siempre ha querido es ser: Misionero y Paleontólogo.
Cantinflas se lanza al mundo de la paleontología con ahínco y desesperación, quiere abandonar el mundo de lujo y sofisticación de la fontaneria, y los cientos de fiestas a las que se ve sometido. Gracias a su nombre y a diversos sobornos y palizas consigue en unas horas la cátedra de Paleontología y Troquelados por la Universidad de Veracruz, allí conoce a Anselmo, un hermafrodita obeso del espacio exterior con el que compartirá muchas horas de abstracción contemplando objetos inservibles. Su felicidad se ve acelerada al concebir un nuevo método de catalogación de las osamentas que concibe. (destaca la escena en la que desentierra un parietal, lo degusta lamiéndolo descubriendo la especie del simio, su nombre y la fecha de caducidad de los yogures que merendaba; al indicar el último dato, su colega Anselmo presa del histerismo en un plano contrapicado comienza a girar sobre sí mismo realizando piruetas y pegando puntapiés al aire berreando: “¡ es un santo, maricones!”. Escena que Bergman utilizaría para “Fresas Salvajes”).
Pero como es sabido, la felicidad no es eterna; Anselmo se enemista con el caimán Frifrú y utiliza su panza para hacerse un bolso y unos guantes. Cantinflas sabe que esa amistad se ha roto y apenado recibe la llamada de Dios para irse de misiones, la llamada surge cuando caminando por las alcantarillas, un monosabio le lanza un yunque de juguete a la cabeza gritándole: ¡ Gort, blaato parada nikto! Que en el idioma azteca significa: ¡Soy el arcángel San Gabriel, sal de ahí que te estas poniendo perdido de caca!Cantinflas hace caso del aviso del heraldo divino y coge un bus al Nepal para predicar la buena nueva del advenimiento del Armagedon. Allí encontró a los nativos reacios a las prédicas de nuestro amigo; cavilando se percató que estos seres infantiles reaccionan positivamente a la música y al baile, “¡pues nada mejor que hacerlos danzar para que pierdan la razón!”. Dicho y hecho, creó una jota y un baile demencial. Se vestía con un gorro de ducha y cantaba: “¡ñaque, ñeke, ñanda es el baile de moda en el Brasil, ñaque, ñeke, ñanda apriétame el gaznate y vomitaré un sifón!”. Los aborigenes enloquecían, acudían masivamente a sus prédicas, se arrojaban a precipicios, aprendían esperanto. Logró que 300.000 almas acudieran a una misa al aire libre, pero era tanto el calor, los apretones y el ahogo que la multitud se puso nerviosa y se organizó tal alboroto que el evento finalizó en una bacanal de caca y sexo duro (magistralmente fotografiado por un novísimo Néstor Almendros). Cantinflas no podía sustraerse del éxito del cristianismo en el Nepal; sus habitantes le ofrecían el ano de sus hijos, la boca de sus hijas y las vísceras de su ganado; para no hacerles un feo les acepta solo los impares y cuarto y mitad.